La Solidaridad De Los Trabajadores Es La Mejor Estrategia Para Derrotar Al Fascismo en Ascenso

Los miembros del Local 78 de LiUNA participaron en el Desfile del Día del Trabajo de la ciudad de Nueva York el 7 de septiembre. Foto cortesía del Local 78.

Los miembros del Local 78 de LiUNA participaron en el Desfile del Día del Trabajo de la ciudad de Nueva York el 7 de septiembre. Foto cortesía del Local 78.

Donald Trump y sus cómplices quieren que la gente trabajadora nos miremos con desconfianza y que nos dividamos por diferencias menores. Los prejuicios que fomentan contra inmigrantes latinos, las personas negras, y la comunidad LGBTQ ocultan su verdadera agenda: pisotear a los derechos y el poder que ha ganado la gente organizada.

Pero para los progresistas que quieren dialogar con nuestros compañeros de trabajo sobre estos temas, debemos tener cuidado con el inverso de estos prejuicios en nuestras propias actitudes. Es importante escuchar las preocupaciones de nuestros compañeros de trabajo antes de llegar a conclusiones sobre sus actitudes y puntos de vista. Solo porque a alguien le guste Trump, no lo convierte automáticamente en fascista.

En mi experiencia hablando con mis compañeros de trabajo de construcción, tienes que empezar por construir una relación basada en respeto mutuo y el reconocimiento de las contribuciones de cada uno en el lugar de trabajo.

QUIEN ESTÁ DE TU LADO?

En un trabajo, antes solía discutir sobre la política migratoria o gastos gubernamentales con un hermano sindicalista que era defensor de Trump. Pero al final del día, ambos teníamos que trabajar al aire libre bajo el mal tiempo, quitando tuberías cubiertas de asbesto y lidiando con los varios riesgos asociados con el trabajo.

Este hermano sindicalista me apoyó cuando otro trabajador me quiso confrontar por decir que mi prioridad como delegado sindical era el bienestar de los trabajadores, no la producción. A pesar de ser defensor de Trump, entendía el rol de un delegado sindical.

Comencé una conversación con este hermano antes de una de las manifestaciones durante la campaña #CountMeIn en Hudson Yards, una lucha importante en la ciudad de Nueva York entre 2017 a 2019 sobre si el proyecto de construcción inmobiliaria más grande en la historia de Estados Unidos se construirá enteramente con mano de obra sindical.

Hablamos de cómo las empresas no sindicalizadas habían traído a trabajadores inmigrantes para trabajar en el proyecto. Algunos trabajadores del sindicato pensaban que deberíamos denunciarlos ante la policía de inmigración.

Le dije que no creía que esa fuera la solución—que lo correcto era organizarlos. Deberíamos pensar en los trabajadores inmigrantes no como una amenaza para nuestros trabajos, sino como futuros miembros del sindicato. Le conviene al sindicato que todos los trabajadores haciendo el mismo tipo de trabajo estén organizados y unidos. Le conviene a los jefes ponernos obstáculos, hacer que la solidaridad parezca imposible, y mantenernos desorganizados y divididos.

El trabajador respondió que antes de ayudar a los trabajadores inmigrantes, deberíamos atender a los intereses de los trabajadores estadounidenses. Note una contradicción obvia: yo, un trabajador inmigrante indocumentado, estaba de su lado en contra de una gran empresa que nos estaba quitando el trabajo, y que el jefe era un ciudadano estadounidense como el. Esta era una lucha de clases, y la solidaridad entre los trabajadores importaba más que su nacionalidad compartida con el líder de la empresa.

MÁS DIFICIL DE RESPONDER

Aun así, no tengo las respuestas para todo. La reciente ola de inmigrantes solicitantes de asilo ha sido muy difícil de aceptar para muchos trabajadores.

Los trabajadores de edad avanzada como mi padre han podido integrarse a la economía informal, lentamente estableciendo precios para el trabajo que realizan. Los inmigrantes más nuevos que solicitan asilo están vendiendo su fuerza de trabajo a un precio más bajo, superando así a esta generación de más edad.

Los trabajadores sindicalizados también tienen que competir ahora con un grupo mayor de inmigrantes, que, ignorante sobre sus derechos como trabajadores, o con miedo de hacerlos valer debido a su estatus migratorio vulnerable, o simplemente desesperados por encontrar trabajo, son víctimas de la sobreexplotación en compañías de construcción sin escrúpulos.

Oigo a algunos trabajadores criticar a los servicios que se les ofrecen a los solicitantes de asilo, incluyendo el alojamiento, contrastandolo con recortes presupuestarios de la ciudad de Nueva York en las escuelas y agencias públicas. Dicen, “Las calles no están pavimentadas, las calles están sucias, pero la ciudad tiene el dinero para alimentar a los migrantes y permitirles que se queden en hoteles de cinco estrellas.”

Los trabajadores inmigrantes contrastan los servicios que la ciudad les ofrece a estos solicitantes de asilo con sus propias experiencias de llegar a este país. En su opinión, nadie los ayudó a llegar a donde están; lo hicieron con su propio esfuerzo.

EMOCIONES MIXTAS

Sería fácil asumir que estos trabajadores odian a los inmigrantes, pero en mi experiencia no es el caso. De hecho, muchos de ellos son inmigrantes.

Con frecuencia se solidarizan con la difícil situación de los solicitantes de asilo. Su problema son los recursos que la ciudad ofrece, que desde su perspectiva está sobrecargando al presupuesto y restando recursos a otras áreas, como los refugios para las personas sin hogar.

También tienen miedo que traer a todos estos inmigrantes a la ciudad aumentara los indices de criminalidad—un temor impulsado por noticias morbosas, aunque las estadísticas actuales demuestran que los inmigrantes tienen muchas menos probabilidades de cometer crímenes que las personas nacidas en Estados Unidos.

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Una manera en que he intentado contrarrestar estos argumentos es recordándoles a otros trabajadores que lo mismo se dijo de ellos cuando llegaron a este país, pero esto no es muy efectivo, porque en realidad no aborda los problemas que están planteando.

No podemos simplemente restarle importancia a las preocupaciones echándoles la culpa a las campañas alarmistas de Trump. Tenemos que reconocer que la gente tiene preocupaciones legítimas sobre el bienestar de sus familias, los magros servicios públicos de su ciudad y su propio poder de negociación para obtener mejores salarios.

Pero también tenemos que expresar que hay más de una forma de resolver estos problemas. La visión de MAGA de criminalizar a los inmigrantes y apoyar a redadas masivas en los lugares de trabajo no sólo aterroriza a nuestras comunidades, sino también destruye cualquier posibilidad de solidaridad entre la clase trabajadora.

NO A LA DEPORTACIÓN—SI A LA ORGANIZACIÓN

Cuando los inmigrantes sobreexplotados compiten con otros trabajadores, el enfoque sindical debe ser en apoyar a estos inmigrantes para que se organicen en el trabajo.

Una política de la administración Biden llamada Acción Diferida para el Cumplimiento Laboral ofrece un permiso de trabajo y protección de deportación a trabajadores dispuestos a testificar contra una compañía que ha cometido violaciones laborales o de seguridad.

DALE es la pieza clave del enfoque organizativo que mi sindicato está adoptando en su campaña en las compañías de construcción sin escrúpulos. Es un enfoque centrado en los trabajadores, que los protege y al mismo tiempo persigue a los malos empleadores.

La organización de los trabajadores no solo puede proteger a los inmigrantes e integrarlos a las comunidades de clase trabajadora, sino también puede convertir al movimiento sindical en el pilar del movimiento inmigrante.

Mi sindicato, LiUNA Local 78, un sindicato de trabajadores de la eliminación del asbesto, fue fundado en 1996 por inmigrantes. Cuando se firmó nuestro primer contacto, la noticia se leyó en inglés, y se escuchó poco entusiasmo; luego en español, ante lo cual la mitad de la sala estalló en vítores; y luego en polaco, ante lo cual la otra mitad de la sala hizo lo mismo.

Nuestro local sindical está imbuido de la cultura y las actitudes de las comunidades inmigrantes. Esto es consecuencia de una estrategia organizativa importante: buscando traer a todos los trabajadores que realizan el mismo trabajo al mismo sindicato.

SENTIMIENTOS, NO HECHOS

Muchas de las preocupaciones que escucho sobre los inmigrantes y solicitantes de asilo están basadas en información errónea, y podría pasar mucho tiempo refutando estas afirmaciones con hechos.

Podría señalar que los inmigrantes indocumentados contribuyen con mil millones de dólares en ingresos fiscales en seis estados en sí. Podría decir que mucho de los mil seiscientos millones de dólares que la ciudad de Nueva York gasto en servicios para solicitantes de asilo se destinaron a agencias de refugio de emergencia sin fines de lucro, muchas que carecen de instalaciones sanitarias adecuadas como duchas o inodoros—no exactamente es un hotel de cinco estrellas.

Podría decir que los políticos están convirtiendo a los inmigrantes en chivos expiatorios por sus propias malas políticas.
También podría dedicar buena parte de mis 30 minutos de almuerzo hablando sobre como las guerras, los desastres climáticos, las sanciones, y la inestabilidad política han causado la reciente ola de inmiracion que estamos viendo.

Pero creo que estos esfuerzos serían inútiles. El descontento social que alimenta a MAGA no se trata sobre desacuerdos específicos sobre políticas.

El problema no es que la gente esté desinformada. El problema es que la gente se siente alienada de su trabajo y sin poder cambiar las cosas en su comunidad. Por eso les da coraje la idea de que alguien más reciba ayuda.

MAGA se basa en sentimientos que pretenden dividirnos. Ofrece una definición muy limitada sobre lo que es normal o aceptable, y le echa la culpa de todos los problemas a los extranjeros o gente que es diferente. Pero la solidaridad y la diversidad siempre han hecho fuerte al movimiento sindical.

Combatir a Trump no solo se puede hacer con argumentos. Tienes que practicar la solidaridad en el lugar de trabajo y ser un buen ejemplo sobre como piensa y actúa un buen sindicalista.

En el lugar de trabajo, en lugar de combatirlo moralizando—que es lo que MAGA hace—mejor hay que combatirlo recordando a nuestros compañeros de trabajo sobre nuestro respeto y luchas mutuas que nos unen como gente trabajadora. Lo hacemos al ser buenos compañeros de trabajo, debatientes respetuosos, y sobre todo, sindicalistas comprometidos.

Y si la amenaza del fascismo si se materializa, el trabajo preliminar en nuestros lugares de trabajo puede ser esencial para inspirar y movilizar a los trabajadores a confrontarlo Aunque la lucha de clases se lucha en el taller, el fascimso se combate en las calles.