¿Qué podrían ganar los trabajadores en las renegociaciones del T-MEC?
En sus nueve años en la industria automotriz, Ben Hinsey ha sido testigo de muchas culpas indebidas. El riesgo de recortes de empleo siempre está presente.
De hecho, Hinsey se trasladó a su trabajo actual en la fábrica Stellantis Jeep en Toledo, Ohio, cuando su trabajo anterior en la planta de mecanizado Chrysler Toledo desapareció en una ola de despidos en 2017. Ahora instala paneles de instrumentos y trabaja como asistente temporal, moviéndose de un trabajo a otro para cubrir ausencias.
Cientos de miles de empleos en el sector automotriz han desaparecido de Estados Unidos desde la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte en 1994 y su sucesor, el Tratado entre Estados Unidos, México y Canadá (T-MEC), conocido a menudo como TLCAN 2.0. Los salarios se desplomaron cuando los empresarios amenazaron con cerrar plantas y trasladar el trabajo al sur de la frontera.
Muchos trabajadores de la industria automotriz estadounidense resienten a los trabajadores mexicanos. “Mucha gente dice que el TLCAN simplemente ‘perjudicó a Estados Unidos’”, dijo Hinsey. “Pero no es así; perjudicó a los trabajadores de todas partes”.
El presidente Trump recientemente anuncio que quiere renegociar el T-MEC ahora, mucho antes de la revisión requerida en 2026.
FORZADOS A MIGRAR
Existe una idea errónea de que la pérdida de los trabajadores estadounidenses fue una ganancia para los trabajadores mexicanos. En realidad, los únicos ganadores fueron las corporaciones multinacionales. Los salarios promedio de los trabajadores automotrices mexicanos se redujeron a la mitad entre 1994 y 2016.
Para demostrar cómo el TLCAN perjudicó a los trabajadores de todo el mundo, Hinsey señala la inundación de maíz estadounidense barato que llegó a México. Los agricultores mexicanos pagaron el precio: no podían competir con las granjas mecanizadas que el gobierno estadounidense subvencionaba con una suma de 5 mil millones de dólares al año. Dos millones de personas perdieron sus tierras, tierra que a menudo había sustentado a familias durante generaciones.
Sin mejores opciones, millonesde trabajadores mexicanos se fueron al norte en busca de trabajo. Algunos compitieron por empleos escasos en las maquiladoras y en los campos de la frontera; muchos encontraron el camino hacia los Estados Unidos y consiguieron trabajos mal pagados en los campos o en los mataderos.
Hinsey se siente identificado con estos trabajadores porque su familia también fue dueña de una pequeña granja y la perdió durante la Gran Depresión. “Luego encontraron trabajo en fábricas de Toledo”, dijo. “Esa es la historia por la que trabajo en plantas automotrices”.
EL DERECHO A ORGANIZARSE
El T-MEC continuó el marco del TLCAN de eliminar la mayoría de los aranceles sobre los productos comercializados entre Estados Unidos, México y Canadá.
Pero también hizo algo nuevo: ordenó reformas a la legislación laboral en México que los activistas sindicales independientes habían estado exigiendo durante décadas: el establecimiento de tribunales laborales y el voto secreto para legitimar todos los acuerdos de negociación colectiva existentes, un esfuerzo por librar a los trabajadores de los “contratos de protección” pro-patrones, aunque estos cambios no han resultado en el auge de los sindicatos independientes que los activistas habían esperado.
Una disposición clave es el mecanismo de respuesta rápida, que permite a los sindicatos y a los trabajadores presentar quejas contra los empleadores que violen el derecho de los trabajadores a organizarse en México. Las instalaciones que se encuentren en violación se enfrentan a sanciones y, en última instancia, podrían perder el acceso al mercado estadounidense.
En el sector automotriz, el T-MEC requiere que el 75 por ciento de un vehículo esté hecho de partes de uno de los tres países (frente al 62,5 por ciento bajo el TLCAN) y entre 40 a 45 porciento sea realizado por trabajadores que ganen al menos 16 dólares por hora.
“El capítulo laboral ha sido el más sólido de todos los acuerdos comerciales del mundo”, dijo Paul Bocking, del Fondo Humanitario de los Trabajadores del Acero Unidos (el brazo de solidaridad internacional del sindicato canadiense USW). “Eso no dice mucho. Es un estándar muy bajo, porque los acuerdos comerciales, por definición, tienen como objetivo facilitar derechos y poderes al capital”.
SINDICATOS QUE SIRVEN AL PATRON
Aunque aproximadamente 13 porciento de los trabajadores mexicanos están sindicalizados, muchos de ellos han luchado durante décadas bajo “contratos de protección”, impuestos por “sindicatos” que sirven al patrón, sin la participación de los trabajadores, y a menudo incluso sin su conocimiento.
Estos sindicatos pro-empleadores suprimen los salarios y sofocan los esfuerzos por buscar una verdadera representación, erosionando así la base de los estándares laborales.
Mientras los trabajadores en México ganen solo una fracción de lo que se gana en estados unidos, los patrones aprovecharán de la situación para rebajar los estándares en todas partes. “Eso fue parte integral de las concesiones contractuales que afectaron a los miembros del sindicato United Auto Workers (UAW) durante décadas”, dijo Scott Houldieson, un electricista que ha trabajado en Ford Chicago Assembly durante 35 años. “Siempre nos decían que teníamos suerte de tener nuestros trabajos y ‘Tomen este mal contrato, la compañía está en problemas ahora’. Pero siempre detrás de eso estaba la amenaza de trasladar empleos a México”.
“A nuestros miembros, que ganan aproximadamente 35 dólares la hora, se les ha pedido que encuentren la manera de competir con los trabajadores que ganan 3 dólares la hora”, dijo Jason Wade, asistente del presidente de la UAW, Shawn Fain. “A esos trabajadores se les debería pagar exactamente lo mismo o algo similar a lo que ganan los trabajadores estadounidenses, porque están creando el mismo valor para esas empresas.
“No se puede seguir permitiendo que estas empresas ‘compitan’ basándose en lo mal que perjudican y enfrentan a los trabajadores mexicanos y estadounidenses entre sí”.
UNA REVISIÓN DE ALTA IMPORTANCIA
Según la cláusula de revisión del T-MEC, los tres países deben reunirse y considerar si lo modifican, lo extienden o se retiran del mismo. La primera fecha límite es el 1 de julio de 2026.
El segundo mandato del presidente Donald Trump añade incertidumbre. Trump ha prometido imponer un arancel del 25 por ciento a México y Canadá; esto casi con certeza violaría el T-MEC, que se basa en el comercio libre de aranceles entre los tres países.
Trump tambien ha amenazado con imponer un arancel del 200 por ciento a John Deere si la empresa continúa trasladando la producción a México, un cargo que la empresa niega a pesar de despidos incesantes tras el año paado, y a pesar de sus planes de trasladar la fabricación de minicargadoras y cargadoras compactas de orugas de Iowa a México para 2026.
¿AMENAZAS VACÍAS?
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Pero muchos observadores creen que las amenazas de Trump son vacias. “Si Trump impone aranceles punitivos a las importaciones mexicanas a Estados Unidos, destruirá las cadenas de suministro de la industria automotriz estadounidense”, dijo Jeff Hermanson, ex director de organización del Centro de Solidaridad en México.
“Todos los fabricantes de automóviles estadounidenses, incluidos los tres grandes y compañías como Volkswagen, Tesla, Hyundai y Kia, dependen de componentes y piezas fabricadas en México”, dijo Hermanson.
“Todos los motores Dodge Ram Hemi V-8 se fabrican en México, por ejemplo. Las transmisiones, los ejes, los frenos, los interiores y los parabrisas se importan de México y son fabricados por trabajadores que ganan una décima parte del salario de los trabajadores de la industria automotriz de Estados Unidos. Los aranceles sobre estos productos cortarán el suministro o aumentarán significativamente el precio del producto final, o ambas cosas”.
Los analistas del banco Barclays dicen que el plan arancelario de Trump “podría acabar con efectivamente todas las ganancias” de los “Tres Grandes” fabricantes de automóviles en estados unidos: General Motors, Ford Motor Company y Fiat Chrysler.
La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum señalo que México podría responder con aranceles a los productos estadounidenses. El ministro de Economía de México, Marcelo Ebrard advirtio que estos aranceles provocarían la pérdida de 400.000 empleos en Estados Unidos, calificando la medida de "un tiro en el pie".
Mientras tanto, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, se apresuró a reunirse con Trump después de las amenazas, pero regresó a casa sin compromisos pese a los esfuerzos serviles de otros líderes Canadienses para distanciar a Canadá de México. Semanas después, Trump amenazó con anexar Canadá.
LAS DEMANDAS DEL MOVIMIENTO OBRERO
El proceso de revisión presenta una oportunidad para mejorar el acuerdo, si los sindicatos logran unirse en torno a sus demandas. Durante las negociaciones iniciales del T-MEC, el movimeinto obrero logro mejoras significativas.
El mecanismo de respuesta rápida ha permitido a miles de trabajadores hacer valer sus derechos y crear sindicatos independientes, rompiendo con la tradición del sindicalismo pro-patronal. Pero el mecanismo tiene un alcance limitado: se aplica sólo a los trabajadores en México.
“Nos gustaría que esto se extendiera a toda América del Norte”, dijo Lana Payne, presidenta de Unifor, el sindicato privado más grande de Canadá. Supongamos que su sindicato pudiera trabajar con el gobierno canadiense para presentar una denuncia contra, por ejemplo, Mercedes por abusar de los derechos de los trabajadores en Alabama y, si la empresa no cambiaba de actitud, impedirle vender automóviles en Canadá.
Incluso dentro de México, el mecanismo sólo se ocupa de los derechos a la libre asociación y a la negociación colectiva, por lo que la seguridad en el trabajo, la violencia de género y el trato a los inmigrantes quedan fuera de su ámbito de aplicación.
Además, sólo se incluyen ciertas industrias, dijo Sandra Polaski, miembro de la Junta Independiente de Expertos Laborales de México creada por el Congreso como parte del T-MEC. A ella le gustaría que se incluyera la agricultura, un sector en el que “existen enormes violaciones de los derechos de los trabajadores”, dice, “tanto en Estados Unidos como en México, y probablemente también en Canadá”.
Incluso cuando se descubre que una instalación ha infringido las normas, nada le impide eludir sus obligaciones cerrando las puertas y abandonando el país. Eso es lo que sucedió en Manufacturas VU, en el estado fronterizo de Coahuila, donde los trabajadores de autopartes votaron para formar un sindicato independiente.
Después de dos peticiones de respuesta rápida establecieron que VU estaba negando los derechos de los trabajadoresa organizarse y negociar de forma colectiva, Estados Unidos y México llegaron a un acuerdo para remediarlo: la empresa debía afirmar su neutralidad y no interferencia en las actividades sindicales, disciplinar al personal de recursos humanos y denunciar de inmediato cualquier otra infracción. En cambio, la empresa con sede en Michigan simplemente cerro la instalación—dejando a cientos de trabajadores en la lista negra y sin indemnización por despido obligatoria por ley.
BUEN TERRENO ORGANIZATIVO
Los trabajadores mexicanos han realizado huelgas espontaneas y se han organizado para hacer frente a las difamaciones y la intimidación.. Han construido sindicatos independientes y luchadores, desbancando a los sindicatos de protección alineados con los patrones en una planta de General Motors en Silao, una fabrica de Saint Gobain en Cuautla, Morelos, y la planta de Goodyear en San Luis Potosí.,También han llevado a cabo una huelga sostenida en planta de Caterpillar en Nuevo Laredo.
Pero es una ardua tarea. El mensaje del gobierno sobre los nuevos derechos laborales aún no ha llegado a millones de personas. Los organizadores se enfrentan a una cautela profundamente arraigada; los sindicatos tienen fama de conspirar con los patrones. Los trabajadores se han sufrido manipulación de votos, represalias, y amenazas de violencia..
Los sindicatos independientes de México son en su mayoría instituciones nuevas y sólo pueden contratar a unos pocos organizadores. Los centros de trabajadores que apoyan las campañas de organización nacientes tienen metas ambiciosas, pero presupuestos limitados.
“Antes de las reformas a la legislación laboral, los trabajadores no tenían voz ni voto”, dijo Gabriel Mendoza, del sindicato independiente de la planta de materiales de Saint-Gobain en Morelos. “La empresa hacía arreglos con el líder sindical y la opinión de los trabajadores no importaba. Si intentaban organizarse, los despedían”.
Y aún hoy, “el derecho de los trabajadores a la libre asociación es violado con frecuencia”, dijo Joaquín Guzmán, secretario general del sindicato. “Los trabajadores son despedidos y, en los peores casos, ellos y sus familias son amenazados por los sindicatos charros”.
“Los trabajadores aún viven con miedo. En cierta medida temen ser despedidos, pero mucho más temen las amenazas de muerte contra ellos y sus familias. Nos gustaría que la reforma [mediante el T-MEC] tuviera mayor énfasis en esa área”.
COORDINACIÓN TRANSFRONTERIZA
Para revertir la tendencia a la baja de los salarios en todo el continente, los sindicatos norteamericanos tendrán que ofrecer un apoyo serio a la organización en México. Hermanson ve una oportunidad como la que se dio en Estados Unidos en los años 30, cuando los sindicalistas decididos a sindicalizar a un gran número de trabajadores manuales formaron lo que se convertiría en el Congreso de Organizaciones Industriales (CIO, por sus siglas en ingles).
“La CIO contrató a 100 organizadores”, dijo. “Y como resultado, surgió la UAW, hubo trabajadores del caucho, del acero, de la electricidad, de maquinaria agrícola, de muebles; todas estas industrias se organizaron con 100 organizadores. México es un terreno igualmente bueno para ese tipo de campaña de organización masiva”.
“Si América del Norte va a ser un solo mercado, entonces los sindicatos deben poder coordinarse en todo el territorio”, dijo Hinsey.