Un Trabajador De Supermercado Y Miembro De Los Teamsters Recupera Su Empleo, Y Se Prepara Para Organizarse Para Obtener Más

En una habitación soleada, un hombre con una camiseta polo negra y jeans está de pie a la izquierda, hablando por un micrófono, mientras unas 30 personas sentadas en sillas a la derecha escuchan. La mayoría o todos parecen latinos.

Miembros de los Teamsters de Marano atendieron a una capacitación sobre sus derechos el 27 de julio para festejar la reinstalación de Juan Vargas, quien aparece en la foto sosteniendo el micrófono. Foto por TDU

Traducido por Natascha Elena Uhlmann

Dieciséis meses después de su despido ilegal, Juan Vargas entró a trabajar en junio entre vítores y palmadas en la espalda de sus compañeros de trabajo en la empresa Anthony Marano, una importante distribuidora de productos agrícolas en el área de Chicago. Obtuvo el pago completo de su salario retroactivo.

“Me despidieron porque querían intimidar a los demás trabajadores,” dijo Vargas en español. “Pero con mi reinstalación, hemos ganado dos contra la empresa,” es decir: su puesto, y un mejor contrato ganado a través de la organización.

Con 23 años en la empresa, Vargas, un miembro del sindicato Teamsters Local 703, había encabezado la iniciativa para ganar un mejor contrato en 2023. Fue vulnerable a represalias porque durante las negociaciones del contrato, incitó a sus compañeros a mejorar el plan mediocre de seguro médico, los bajos salarios, el acoso de la gerencia y la velocidad agotadora de la línea de producción.

Durante sus muchos años en la empresa, los contratos nuevos ofrecían aumentos salariales de un solo dólar y sin plan de jubilación. Le pregunto al agente comercial del Local 703 por que los trabajadores no tenían una pensión o 401(k) como otros Teamsters. “El representante del sindicato se enojaba cuando le hacíamos esas preguntas,” dijo Vargas. “Para obtener respuestas, tuvimos que acudir a la comunidad.”

También tuvieron que acudir a la comunidad porque la mayoría de los 600 trabajadores hablaban español, y el agente comercial de los Teamsters no podía comunicarse con ellos. No tuvieron más opción que organizarse ellos mismos, con apoyo del centro de trabajadores Chicago Community and Workers’ Rights (CCWR) y el grupo de base nacional, Teamsters for a Democratic Union (TDU).

“Cuando los trabajadores de Marano se acercaron a nosotros con preguntas sobre sus derechos laborales, les dijimos que si querían mejorar sus trabajos, tenían que participar en reuniones sindicales para demandar los cambios que querían ver,” dijo Martin Unzueta, director de CCWR, en español.

UNA CAMPAÑA DE CONTRATO DE BASE

Al principio, los trabajadores se reunieron en un garaje. Pero cuando empezó a hacer más frío, movieron las reuniones al hogar de Vargas. Organizó reuniones semanales con 40 trabajadores en el sótano de su casa para hablar sobre las demandas de la negociación y para formar un plan de acción.

En febrero de 2023, 70 Teamsters de Marano atendieron a un taller organizado conjuntamente por TDU y CCWR sobre cómo lanzar una campaña contractual. Crearon y distribuyeron volantes con las demandas contractuales. Hicieron gorras de béisbol de Teamsters y las usaron en el trabajo durante las negociaciones en una muestra de unidad.

Las reuniones que habían comenzado con unos pocos trabajadores culminaron cuando 200 personas se reunieron con un agente comercial de los Teamsters para presentar sus demandas contractuales.

A medida de que la campaña ganaba impulso, la gerencia tomó represalias contra cuatro miembros que habían aparecido en un folleto—reduciendo sus horas y negándoles arbitrariamente las bonificaciones.
La empresa despidió a Vargas cuando se negó a participar en una reunión en la que el sindicato y la empresa intentaron disuadir a los trabajadores de reunirse fuera del trabajo.

Los miembros hicieron campaña por la reinstalación de Vargas y continuaron organizándose para ganar un contrato más fuerte. Con la ayuda de TDU, Vargas llevó su caso a los tribunales a través del proceso de quejas, y a la Junta Nacional de Relaciones Laborales.

DALE: UNA HERRAMIENTA CONTRA EL MIEDO

Vargas ganó el arbitraje y regresó a trabajar en junio con el pago completo de su salario retroactivo. Sus compañeros de trabajo hicieron uso de las nuevas directrices emitidas el enero pasado por el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, bajo un programa conocido como DALE—Acción Diferida para el Cumplimiento Laboral, por sus siglas en inglés.

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El programa de DALE busca proteger a los trabajadores inmigrantes de la deportación cuando han sufrido abusos en el trabajo o están participando como testigos en una investigación de violaciones en el lugar de trabajo. A estos trabajadores se les otorga un permiso de trabajo de cuatro años, y protección contra la deportación.

La reinstalación de Vargas elimina una herramienta poderosa de los jefes: la intimidación y las represalias relacionadas con la inmigración. Los trabajadores inmigrantes a menudo tienen miedo de poner en peligro su estatus al organizarse en el trabajo. Con la ayuda de CCWR, 90 trabajadores que fueron testigos de las flagrantes violaciones de Marano solicitaron permisos de trabajo a través de DALE.
Los trabajadores dijeron que después de obtener sus permisos de trabajo, la compañía comenzó a circular rumores que se les negaría sus beneficios y antigüedad, recortando sus salarios y poniéndolos en los registros como empleados nuevos.

Angelica Campa empezó a trabajar en Marano en 2013. Su paga aumentó de $15.40 a $16.90 el año pasado. Ahora, temía que con un permiso de trabajo, se le reduciría el sueldo al salario mínimo actual de Chicago de $16.20, como si fuera empleada nueva.

La empresa Anthony Marano se negó a responder a múltiples solicitudes de comentario por teléfono y correo electrónico. Pero Campa y otros trabajadores, con el apoyo del sindicato, enfrentaron a la gerencia sobre los rumores.

“Después de unas conversaciones, todos nuestros beneficios seguirán siendo los mismos que antes, incluyendo el seguro médico,” dijo en español.

UN PANORAMA NUEVO

“La lucha contractual ha cambiado todo el panorama,” dijo Margarita Hernandez, una empacadora que comenzó a trabajar en la empresa en 2006.

Antes, “los gerentes nos faltaban al respeto con una actitud arrogante,” dijo, “y nos dijeron que renunciáramos si no nos gustaba el maltrato. Sabíamos que nos merecíamos más, pero no sabíamos por dónde empezar. TDU nos ha ofrecido una educación para luchar con los fundamentos de la ley de nuestro lado. Ya no estamos ciegos.”

Ahora, planea postularse para representante sindical.

Vargas dijo que los trabajadores recibieron un aumento salarial de entre 50 centavos y $3 inmediatamente, y $5 a lo largo del contrato de 5 años. Los aumentos anteriores eran insignificantes, entre 50 centavos y un dólar, y no se mantenían al par con el salario mínimo.

Los trabajadores también ganaron por primera vez un texto en el contrato sobre la seguridad y el acoso. Y pudieron votar sobre su contracto—otra primicia.

Ahora, Vargas está enfocada en seguir organizando sobre cuestiones pendientes saliendo de esta última ronda de negociaciones.

“Aún tenemos que mejorar el seguro médico, para que los empleados nuevos tengan los mismos beneficios que los trabajadores con más antigüedad,” dijo. “Aun tenemos que luchar por una pensión o un plan de 401(k).”

Luis Feliz Leon is a staff writer and organizer with Labor Notes.luis@labornotes.org